La globalización debiera incluir la extensión de una compresión total del mundo y sus problemas; quizás entonces sólo existiese migración, sin prefijos. Más o menos eso es lo que está pidiendo Alberto Acosta en
Con los ojos reventados de la abuela: “Para los unos “la inmigración es un problema europeo”. Para los otros la emigración es una fuente de divisas. Unos y otros son incapaces de entender que se trata de seres humanos; personas desesperadas por escaparse de un mundo empobrecido a punta de ajustes y reajustes neoliberales [...]”.