Gerardo G. Martín: “Se empeñaron en su día en importar la figura del Defensor del Pueblo, de países con otras culturas, y el fracaso ha acompañado el experimento. Basta pasear por los medios de comunicación de todas las comunidades autónomas para comprobar la escasa atención que las jerarquías de turno prestan a sus informes, plagados de quejas, de denuncias de abusos político-administrativos. Pensaron que íbamos a ser mucho más felices al sustituirnos al policía que cada uno tenía pegado a su cogote en la dictadura por un democrático ángel de la guarda dispuesto a denunciar el olvido de nuestros derechos. Hasta ahora, el invento sólo nos cuesta más dinero.”
Defensores del Valedor.