Yo, lo confieso, no entiendo nada nadita de OPAs, intereses ocultos y eléctricas, pero haberlos, los habrá. Al menos Jesús Cacho los ve: “Pocas veces habrá sufrido tanto el prestigio de las instituciones, si es que alguno les queda, como en el caso de esta OPA. Dicen en Economía, no sin cierta sorna, que “no se entiende mucho cómo un partido que reivindica tanto el papel de España en el exterior [tal que el PP, se entiende], prefiera que la OPA se decida en Bruselas”. Mucho menos se entiende el interés del Gobierno en que se decida en España. ¿Por qué le tiene tanto miedo el Ejecutivo a Bruselas en este caso? ¿De qué quiere que no se entere Bruselas?
En la actual coyuntura política por la que atraviesa el país, con el Estatuto de autonomía catalán sobre la mesa de taxidermista del Congreso de los Diputados, más de uno ha llegado a pensar que el triunfo de esta OPA es parte de los secretos compromisos asumidos por Rodríguez Zapatero para seguir gozando del apoyo parlamentario de sus socios nacionalistas catalanes. Pero, ¿dónde queda el mercado? ¿Dónde, la separación entre lo público y lo privado? ¿Dónde, la prevalencia de los intereses generales sobre los particulares?” La OPA camina viento en popa=.