James Carroll: “En todos los momentos cruciales de la historia del mundo durante una generación, Cheney ha reaccionado con un instintivo “¡Es la guerra!” Cheney se encargó de convertir la guerra contra la pobreza en una guerra contra los pobres y contribuyó a prolongar la situación de guerra fría más tiempo de lo que de otro modo hubiese durado y, cuando ésta terminó (por las iniciativas que se tomaron en el otro bando), Cheney se negó a creerlo. Para mantener la máquina militar estadounidense a punto y bien engrasada, encontró una nueva justificación a tiempo. Con la primera Guerra del Golfo, Cheney encendió la respuesta de Osama bin Laden y con la respuesta al 11-S hizo realidad el sueño de bin Laden sobre una guerra de civilizaciones. Irak, por lo tanto (incluidas las mentiras previas a la campaña de las que ahora se acusa a Scooter Libby) no es más que el último eslabón en la cadena de desastres que constituye la carrera pública de Richard Cheney.”
Deconstruyendo a Cheney.