Profuso, y me temo que polémico, repaso a la obra y militancia política de Pier Paolo Pasolini, asesinado ahora hace 30 años: “Su «cinema de poesía», heredero del neorrealismo de Rossellinni y el Fellinni cristiano, se haya más próximo a la tradición católica que al marxismo sesentayochista. Una crítica que oscila entre la provocación escandalosa, la confusión y la piedad cristiana con disfraces paganos. En puridad, la atracción hacia el joven marginado, hermoso en la medida que es joven y proletarizado por el desalmado capitalismo que ha realizado el boom económico italiano, tiene mucho de deseo de un objeto idealizado por la lucha de clases, que se presenta ante sus ojos en estado casi natural: «Prehistórico», en la terminología marxista pasoliniana. Como si su deseo sexual, para realizarse, tuviera que pasar por el filtro ideológico del odio hacia la burguesía, causante del desarraigo y la prostitución de esos hermosos adolescentes. A ello habría que añadir el componente cultista, las referencias clásicas y el sermón anarco-marxistoide que, frente a la alienación laboral en la sociedad de masas, se ve abocado a la delincuencia y a la muerte como destino fatal.” Lluis Pascual, Pasolini o la salvación de un marxista del sexo.