El Santos: “Ellas se empeñan en trabajar de modo compulsivo y alienado, contagiadas por un espíritu trepa colectivo o como si estuvieran en permanente huelga a la japonesa. Los demás insectos las observan incrédulos desde lo alto de sus flores… La araña suspira desilusionada… en su tela no aparece ningún bicho despistado y el hambre está empezando a castigarle las entrañas. Cruza los dedos de sus ocho patas confiando en que algún golpe de viento arrastre hacia ella a la resacosa luciérnaga, situada dos matas de romero hacia la derecha.”
Las hormigas.