José Aguilar: “Con un poco de (mala) suerte, la hipoteca que uno firma ante notario terminarán de pagarla los hijos cancelándola ante el notario hijo. Es muy entrañable: la familia que debe unida, permanece unida… hasta que la muerte del deudor convierta en deudores a sus vástagos. También se puede ver con más optimismo pensando que en realidad los hijos terminan de pagarse la herencia que les dejan los padres. Esto ya pasa en Japón, aunque siempre habíamos deseado no ser como los japoneses, que trabajan casi todo el año y viajan en rebaño.[...] Heredar deudas era propio de familias con padres manirrotos que se habían pulido el patrimonio al grito silencioso de “el que venga detrás, que arree”. Ahora puedes tener un padre normal que te deje en herencia una casa y la parte de la hipoteca que no le dio tiempo a pagar.”
La familia que debe unida.