En España hay un exceso de dinero y una gran falta de lugares donde invertirlo. La bolsa no ofrece la seguridad que algunos desearían, así que ese dinero se invierte en propiedad inmobiliaria, creando así una gran carestía de la vivienda y la subsiguiente alarma social. La actitud del Gobierno en cuanto a los pisos vacíos (y el aumento de impuestos sobre ellos, o la expropiación) debería girar en torno a la apertura de nuevas vías de inversión: en las artes y en la ciencia, por ejemplo. Creando nuevas leyes que inviten a los inversores a poner su dinero en otra clase de negocios, y después haciendo menos atractiva la inversión en ladrillo, sería más fácil encontrar una salida del atolladero en el que nos encontramos. Se crearía más empleo y la vivienda se volvería más asequible. Esto viene a cuento de una carta dirigida a La Vanguardia que discute el tema en términos antiguos de derechos y Constitución, sin más, en términos de pasado, en lugar de términos de futuro que podrían servir para ampliar esos derechos que se reclaman. Agustí Verde: Pisos vacíos.