El pescado fresco ya no llega a los supermercados en España. El gremio que faena en la mar sigue sin salir a pescar, mientras intentan negociar una bajada del precio del carburante que haga sostenible su ciclo productivo. Y aunque finalmente consigan el acuerdo, ésta sólo será una medida puntual que actuará en el corto plazo, ya que, como se sugiere en el artículo malditos puestos de trabajo, el problema de fondo [el excesivo margen comercial de todos los enlaces intermediarios entre quien pesca y quien consume el producto final] ni siquiera se menciona: “el principal problema de pescadores, agricultores y productores en general no es el precio del combustible (aunque también forme parte de su composición), pues este es sólo uno de entre tantos factores que componen el precio del producto que ellos colocan en el mercado. Han recurrido ahora a colocarlo en alto porque únicamente les enfrenta con el Estado y con ningún otro gremio colaborador, cosa que me parece lógica cómo estrategia provisional pero, ¡ay!, radicalmente errónea a largo plazo”.