Yo sé que ha pasado ¡una semana! y que hemos anotado aquí varias cosas sobre lo del premio Planeta. Pero creo que vale la pena la versión de Joan de Sagarra, que conoce muy bien el mundillo literario de Barcelona. “La escritora mallorquina se sorprendería de saber que entre los cuatro jurados vinculados a la empresa hubo quien después de afirmar que su novela estaba llena de defectos, que a ratos se hacía pesadísima y que estaba plagada de descripciones absurdas, acabó, como si nada, dándole su voto. ¿Por qué? Porque era la menos mala (y el premio no puede quedar desierto), pensarán ustedes. Porque es la que tocaba, pienso yo. Lara sabe, un año sí y otro también, a quién quiere premiar, a quién conviene premiar, comercialmente hablando. Si se le pregunta a Lara por qué no se potencia el premio literariamente, responderá que cuando así se ha hecho el premio no se ha vendido tan bien como en otros años (es el caso de Vargas Llosa, de Cela, o de Bryce Echenique, el peor año). Y si se le pregunta por qué no dejarlo desierto cuando el nivel del producto es muy bajo, casi “subterráneo”, responderá que el premio se vende bien cuando sale al mercado, pero que las ventas se doblan y hasta se triplican por Navidad. El premio Planeta llega a casa por Navidad, es como el cava o el turrón. Es algo imprescindible, al margen de su calidad.” El Planeta, qué buen turrón.