Matías Vallés: “Las amenazas globales son cada vez más perentorias y perecederas. Exigen una capacidad creciente de pánico, y se esfuman después sin dejar rastro. La mayoría de los riesgos que se presentan como inmediatos, o que pueblan las pesadillas humanas—una probabilidad en 600 mil de ser abatido por un rayo—, apenas si merecen un leve escalofrío, y distraen de los auténticos peligros. Lo cual no equivale a una recomendación a desabrocharse el cinturón de seguridad. Para formar a la población, la prensa debería marginar su obsesión bursátil y tabular a diario las probabilidades de ser afectado por un atentado de Al Qaeda o por los pollos locos. Tal vez la extinción milagrosa de esas perspectivas ominosas aumente la felicidad de los humanos, aunque ningún dato permite asegurarlo. Es cierto sin embargo que el dolor no existe en el recuerdo, donde llega a hacerse placentero.”
El hombre es un virus para el hombre.