1 de cada 35 personas en el mundo es inmigrante. Y se convierten en motores de crecimiento económico tanto en el país de acogida, ial que aportan su trabajo y consumo como en su país de origen,a través del envío de remesas. Mariana Martínez percibe esta realidad “capaz de cambiar el rumbo de la economía mundial” por lo que debería convertirse en un tema prioritario en las agendas políticas de desarrollo de los países que han de garantizar también el respeto de los derechos humanos y la calidad de vida de quienes emigran. El poder de los inmigrantes. Pero al igual que no todo el monte es orégano, es necesario diferenciar las causas de cada movimiento migratorio, para establecer las pautas ynormativa aplicables en cada caso. La llegada de migrantes por reagrupamiento familiar o por cuestiones políticas [solicitantes de refugio y asilo] no puede recibir el mismo tratamiento que el considerado como inmigración ilegal por motivos económicos.