Sucede que al debate convencional entre izquierda y derecha le faltan aditivos y le sobran conservantes. Y que la simplificación simbólica que se suele hacer de izquierda = progreso, derecha = conservadurismo es a todas luces insuficiente en el debate de las ideas políticas, máxime cuando se cruza el método empleado para hacerlas realidad; ahí es donde entra en juego el fascismo [también el machismo]. René Balestra diserta sobre esta cuestión, que se reduce a la premisa de que “la izquierda, como la derecha, puede ser fascista. Basta y sobra con que adopte sus métodos”. La izquierda fascista: “El fascismo, en cambio, más que un criterio es un método. Mucho antes de aparecer plasmado en un fenómeno político particular, como el que encarnó Mussolini en la Italia de los años veinte del siglo pasado, fue, llamémosle así, una ideología metodológica. Una manera de actuar, de concretar en hechos violentos una concepción que elevaba la violencia, precisamente, a valor absoluto. Mucho antes de la marcha sobre Roma, que instauró el fascismo de Mussolini en Italia, el huevo de la serpiente se incubaba y se desarrollaba en otros movimientos autoritarios autotitulados progresistas o de izquierda”.