Antonio Martínez nos adelanta todos los desastres que, a modo de profecía, acarreará el eclipse: “Al ritmo en que bajan los pantanos, en Navidad se verán los suelos de gres del embalse de Entrepeñas. Sobre ellos quedarán enormes lucios boqueando, los gigantescos lucios de seis metros que, según J.M., habitan en sus profundidades. En Madrid empezaremos a lavarnos los dientes con cerveza y el ayuntamiento regará las calles con serrín, convirtiendo Madrid en un formidable bar de tapas de inconfundible olor a gambas. Leo en El Semanal que un ingeniero británico, y cachondo mental, ha diseñado unas pinzas de la ropa inteligentes; detectan si va a llover en la próxima media hora, y en tal caso se bloquean, impidiéndote que tiendas la colada. No harán gran negocio en Madrid, pero no porque no llueva, sino por miedo a que se te caigan al patio, o la corrala, y no poder recuperarlas.”
Toda la verdad sobre el eclipse.