Parece que se experimenta con procesos de crecimiento artificial de las células de manera que se puedan conseguir trozos de carne de cualquier tamaño, para usos terapéuticos o alimenticios. Mi primera reacción al ver esta noticia fue igual que la de Jorge del Corral, una especie de nostalgia prematura de, como diría Josep Pla, lo que hemos comido. “El ensayo holandés y el pronóstico de la socióloga María Ángeles Durán, premio Nacional de Investigación, de que viviremos más años como viejos que como jóvenes, tendremos hijos sin participación de padre y madre; que esos hijos podrán ser genéticamente de grupos, y que el semen del abuelo y los óvulos de la abuela podrán servir para varias generaciones siguientes, dibujan un panorama para nuestros nietos que me atrevo a calificar, cuanto menos, de excitante. Para quien le guste, el mundo feliz de Huxley está a las puertas, y merced a la tecnología biomédica no queda lejos el final de muchos males pero también de muchísimas cosas buenas, como un buen filete con patatas. El adiós a la ternera, al lomo alto de vaca y al chuletón de buey, sin hacer ascos a un buen rodaballo salvaje a la gallega, está más cerca de lo que creemos.” Carne artificial comestible.