Otro aspecto de la LOGSE que pocas veces se ataca: el mandar a niños de doce años a la vorágine de los institutos. El choque brutal con un ambiente que a todas luces les apabulla tiene la consecuencia esperada: la supervivencia, el envalentonarse para que no le pisoteen, el imitar a los grandes, el sentirse perdido y salir por donde no se debe. Rafael Marín, Eso de la ESO: “No hacía falta, de verdad, empujar a los chavales de esa forma. Con doce años, en séptimo, con trece en octavo, se terminaba de forma natural un ciclo. Con la edad que tienen, ingenuos todavía, no son capaces de asimilar los madrugones, los diez profesores diferentes, las evalaciones a degüello. Esta sociedad nuestra cada vez acorta más la infancia, y luego se asusta.”