Si oigo hablar del estatut cambio de canal, apago la radio o silbo, si el que vocifera está presente. Reacciono igual que con esos anuncios insoportables que repiten una y otra vez y que rebosan patetismo, falsedad y vulgaridad en cada fotograma; y son propaganda. Todo huele a basura: los que lo alientan, por nacionalismo barato e infantil, y los que lo repudian, entre otras cosas, por apelar a la inconstitucionalidad del asunto, como si la Constitución fuese perfecta e intocable. Por eso me ha parecido sensato el artículo de Pedro González-Trevijano, que apela al principio de solidaridad para denigrar las aventuras autonómicas: “Gracias a él se asegura que la autonomía no provoque indeseables privilegios. La solidaridad despliega una acción redistributiva para limar los desequilibrios pasados y la evitación de que puedan aparecer nuevas desigualdades.” El juramento de los horacios (defensa de la solidaridad).
2005-09-29 15:01 Cuando desde Madrid se hacen llamadas a la solidad territorial, resulta conmovedor. Sabido es, obvio, público y notorio, conocido, diría más, que admirado por todos: Madrid (y su centralismo, y sus 400.000 funcionarios con mando sobre toda España) es el paradigma de la solidaridad.
Por si no captan la ironía: quien parte y reparte (o sea, Madrid) siempre se lleva la mejor parte (o sea Madrid).
Saludos.