Ramón Espasa defiende el modelo sanitario europeo (a la luz de las últimas discusiones al respecto en España) en términos no sólo de la igualdad de oportunidades que ayuda a proporcionar, sino también de las ventajas para el mercado que tiene la sanidad generalizada. “Cabe añadir dos poderosos razonamientos estrictamente económicos a favor de un mayor y más equitativo gasto sanitario público. Por un lado, la composición del gasto sanitario—básicamente salarios, consumo de material electromédico, informático, múltiples fungibles e incluso la alta factura en farmacia—no debe considerarse como meramente oneroso, como tragado por un maléfico agujero negro. Antes al contrario, es aceite de primerísima calidad para engrasar el motor de la economía, aportando renta disponible para el consumo, demanda agregada de bienes de alta, media y baja tecnología, que no pueden más que redundar en una sana lubricación del mercado. Por otro lado, la seguridad que proporciona la atención gratuita en el momento de la enfermedad genera un incremento de la renta disponible que familias e individuos van a destinar a otros consumos. Esta es otra potente palanca que los más ortodoxos defensores de la economía de mercado y del consumo no pueden ignorar, sino es desde la mala fe.” Sanidad, divino tesoro.