Algún crítico decidió llamar a los artículos de Juan José Millás
articuentos; a mí cualquier clasificación me molesta, pero este neologísmo en concreto me parece cursi. Sin embargo, algunas de sus columnas son excelentes: “Estuve a punto de tirar de la cadena, pero luego pensé que quizá esa mosca se había comunicado conmigo telepáticamente para que le salvara la vida (no sería la primera vez). Mientras dudaba, el insecto dejó de moverse y quise pensar que había fallecido para volver a la cama sin remordimientos. Finalmente, la rescaté con un trocito de papel higiénico, la abandoné en el borde la bañera y regresé al dormitorio llena de extrañas sensaciones”.
Diario.