El mundo del toro como lo más añejo y oxidado del país. Quizás el turisqueo, el espectáculo político, la educación, los incendios, los caciques de pueblo… tengan todo el sentido mientras sigamos matando toros delante del público. Aniano Gago ve los toros como una reunión de mirables, com un escaparete de la farándula y el terciopelo: “Ya Hemingway y Wells, dos americanos que no entendían nada de esto, se hicieron amigos de la Fiesta, de los Dominguín y los Ordóñez, transformando los cuajarones de la arena en una exposición de cine en las gradas, donde las estrellas de Hollywood se fotografiaban para la posteridad. Ahora no vienen americanos a descubrir la pintoresca y carpetovetónica España; ahora es la gente con pretensión de caché la que se deja ver en las plazas para lucir palmito, más que por amor a toros y toreros. En esta feria de vanidades, sigo pensando que el toro es lo único enteramente noble en todo este entramado anacrónico, espejo de nuestra vodevilesca y asombrosa realidad.” Taurino de pacotilla.