José Aguilar: “Los delincuentes se han orientado. Ya no necesitan tirar de la experiencia de sus mayores ni de su propia intuición criminal. Se arrellanan en el sofá, se fijan en el desarrollo de la acción en las tres versiones de
CSI y ya tienen medio hecho el trabajo de ocultar su identidad. Los malos aprenden a camuflarse gracias a los secretos de la policía científica. Los ladrones llevan guantes de látex durante sus incursiones en casa ajena para no dejar huellas, los violadores utilizan preservativos a efectos de hurtar las pistas de su ADN, los ladrones de coches recogen colillas en las papeleras y las dejan en el interior del vehículo sustraído para despistar a los investigadores (no es broma, ya está pasando). Peor todavía, se viene comprobando que numerosos testigos de juicios penales, e incluso miembros de jurados igualmente adictos a CSI, creen a pies juntillas los dictámenes de la policía científica y tienden a concederles categoría de verdad incontrovertible, a la que ajustan sus propios testimonios y su voto, respectivamente.”
Televisión y crimen.