Cyberzoo: “Si bien la comunicación es el lugar natural de contagio de toda vida artificial, la disímil evolución de cada medio nos enfrenta a nuevos desafíos a la hora de abordar la tarea de clasificar a las distintas especies y de detectar aquellas que se encuentran en peligro. ¿Cuáles son las especies promovidas por la televisión? ¿Cuáles amenazadas se agazapan en Internet? ¿Cuáles se mimetizan como especies inofensivas para diseminarse libremente a través del medio cultural? ¿Cuáles reaccionan a la censura desatando su costado más virulento? Pero además del contagio directo (de cerebro a cerebro) existen otras formas de propagación: son aquellas que se basan en la reproducción más allá del portador humano. Piezas de información que yacen dormidas (como los jeroglífos egipcios) en textos escondidos o intraducibles, o bien encriptados en imágenes, esperando a ser reactivados para infectar a futuros portadores. El arte ha sido entonces históricamente, el lugar elegido por las formas de vida más radicales para superar el límite que supone la muerte de un portador humano y por ende el peligro de su propia extinción.”
El arte como reservorio de virus latentes.