Recientemente un predicador estadounidense pidió que asesinaran al presidente venezolano. Esto, al margen de un buen ejemplo de cómo se las gastan algunos cristianos, es una muestra de una manera de entender el poder y la política. En Asesinatos durante la guerra fría Fred Hallyday repasa los numerosos asesinatos políticos de la historia reciente: “No se puede determinar con certeza hasta qué punto cada uno de los asesinatos de la guerra fría alteró el curso de los acontecimientos. Del mismo modo, quizá nunca conozcamos toda la verdad acerca de ciertas muertes. Pero en lo que se refiere a consecuencias políticas posteriores, los incidentes de efecto más duradero no tienen por qué ser necesariamente los más espectaculares o llamativos. Pocos recuerdan hoy la muerte del comunista afgano Mir Akbar Khyber en abril de 1978, durante una manifestación en Kabul, y tampoco muchos le prestaron atención en su momento, pero su asesinato dio paso a la toma del poder por los comunistas unos días más tarde. También pasó mayoritariamente desapercibida la muerte por asfixia de Nur Muhammad Taraki, líder de los comunistas afganos, por orden de su siniestro rival Hafizullah Amin, en octubre de 1979, que movió a un decrépito Breznev a ordenar la invasión de Afganistán y, a consecuencia de ella, la muerte de Amin a manos de las fuerzas soviéticas, todo lo cual condujo al estallido de la yihad en Afganistán en la década de los ochenta.”