Esta semana, Joan de Sagarra se ha superado, su columna es una historia preciosa que debería ser llevada al cine cuanto antes. Es la historia de Julien Frank, alias La Paloma, un médico judío y húngaro que formó parte de la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial. “A Frank lo conocí en París, en 1947. Fue en la avenida Victor Hugo, en una oficina de acogida de ex prisioneros de los campos nazis. Allí vi a un hombre joven, con la piel y los huesos, haciendo el ademán de arrodillarse y besándole las manos a Frank. Para ese hombre, Frank, el doctor Jules Frank del libro de Lalieu, también era su héroe, el mismo héroe, pero con otro nombre, del que me hablaba mi madre, cuando me contaba que se había escapado (por orden del CIF) del campo de Buchenwald (se tuvo que quitar las gafas para que no le reconociesen los guardias) para recabar información sobre el avance de las tropas norteamericanas.” La Paloma.