Se precipitan los acontecimientos. Es como si el futuro más tétrico y funesto se nos viniera encima en avalancha y no a pasito como estaba programado. Llegó el momento de los implantes localizadores, microchips que controlan todos los movimientos, conversaciones o actos de quién lo lleve en su cuerpo. Comprenderán que, tal y como están las cosas, sus objetivos no son terapéuticos.
El Gran Hermano controla con microchip, de Vicky Peláez.