Demostrado como está que hay alternativas mejores, más limpias y más baratas que la energía nuclear, sólo el poder económico y político que aglutinan estas industrias evitará el cierre de las centrales y su relevo por energías más seguras. Es decir, manda el mercado, por si alguien aún no se había enterado.
Energía atómica o cambio climático: los dividendos de un falso dilema: “En primer lugar, la energía nuclear es peligrosa.[...] En segundo lugar, la industria atómica no ha sido capaz de encontrar una solución satisfactoria al inmenso problema que supone generar residuos radiactivos, cuya vida activa se cuenta por siglos. [...] En tercer lugar, la energía nuclear ha perdido la batalla de la competitividad económica en unos mercados energéticos cada vez más liberalizados”.