Alberto García Puche cree que no somos una sociedad inteligente. Yo estoy con él: “a falta de un proceso realmente democrático de construcción social de las necesidades y de las prioridades, no está nada claro si lo que el individuo de estas sociedades puede satisfacer es una necesidad necesaria (prioridades), una necesidad generalizable en su satisfacción (justicia y acceso universal) o una necesidad impuesta por la propia maquinaria de la producción (dictadura de la oferta), maquinaria que tiene en este sistema unos grados enormes de autonomía”.
Sociedades preinteligentes.