Cuando los avances en genética nos mostraron sus posibilidades nos hechamos las manos a la cabeza por el uso fascista que se le podía dar: selección por parte de los padres del tipo de hijo que querían tener, eliminación de taras o desvíos o selección del color o el carácter: un mundo peligrosamente perfecto. Ahora, dos mujeres quieren hacer exactamente lo contrario: que su hijo nazca con una tara que le condenará de por vida a no poder oír voces ni sonidos, en definitiva, a ser un inválido:
Asqueante, de Francisco José Súñer Iglesias.