Permítanme la fábula infántil: Somos invadidos por una civilización extraterrestre cuya capacidad física e intelectual es tan superior a la nuestra como es la que hay entre un humano y un ratón. Nos utilizan como carne a unos, a otros para experimentos en los laboratorios y, los que tenemos más suerte, nos convertimos en sus mascotas y nos permiten ver la tele con ellos mientras nos acarician la cabeza.
Por qué derechos para los animales, de Óscar Horta.