Tras una larga ausencia, un periplo por el espacio, el tiempo (o contra el tiempo) y por los extraños vericuetos de mi paciencia (si a ustedes les toca un viaje parecido, es probable que también llamen extraños a los vericuetos de su paciencia), apunto mi regreso a este diario con el
Elogio de un género: El viajero inmóvil, de Jorge Burel.