En Yerbabuena, un pueblo del estado de Colima, en México, el ejército tiene hombres acuartelados en la Casa de Cultura desde 1998. Los destrozos han sido graves: libros quemados, piezas arqueológicas abandonadas. Llegaron para proteger a la población civil en caso de que el volcán cercano entrara en erupción, pero se quedaron cuando ya no hacían falta. Los habitantes del pueblo han escrito una carta abierta al Secretario de Defensa y al Presidente para que retiren las tropas.
Rosario Ibarra lo cuenta en su artículo en El Universal y transcribe fragmentos de la carta: “Ellos se acogen a la Constitución y como ariete que les hará vencer alzan el artículo 129 que transcriben, no sin agregar: “... que a la letra dice: en tiempos de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar. Solamente habrá comandancias militares fijas y permanentes en los castillos, fortalezas y almacenes que dependan inmediatamente del gobierno de la Unión, o en los campamentos, cuarteles o depósitos que, fuera de las poblaciones, estableciere para la estación de las tropas”. Y todos, hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos y ancianas que viven en esa comunidad, “respetuosamente” solicitan al secretario de la Defensa que les devuelva su Casa de Cultura, que retire a los soldados y que cumpla cabalmente con la Constitución. Le recuerdan que tienen conocimiento de que el Código de Justicia Militar dice que si una orden constituye delito, delinquen de igual forma, quien da la orden y quien la obedece.”
¡Viva la Yerbabuena!