Lula despierta pasiones encontradas. Como en el caso de Chavez, a uno le cuesta mucho discernir entre tantas opiniones a favor y en contra, que como siempre guían intereses ajenos a la realidad de su gestión. Para Alejandro Gaviria Lula representa la unión de dos preocupaciones en el ejercicio del poder: la económica y la social: “los políticos se ven con frecuencia abocados a escoger entre la confianza de los inversionistas y el aprecio del pueblo. Algunas decisiones que buscan ganar la confianza de los inversionistas terminan socavando la indulgencia del pueblo. Y viceversa: otras que intentan conseguir el favor popular, terminan erosionando la confianza de los mercados. He ahí el dilema latinoamericano.
Y aquí entra Lula, pues él más que ningún otro gobernante ha sido capaz de resolver el dilema planteado. Según un artículo publicado esta semana en The Wall Street Journal, Lula “está ganando la batalla, tanto a la hora de impulsar la economía brasileña como a la hora de conseguir apoyo político”. Lula ha implantado una política económica ortodoxa, pero ha continuando repitiendo el discurso reivindicatorio de sus tiempos de candidato.” Lula y el dilema latinoamericano.