Hace unos días un informe decía que los niños comen mal: en las escuelas y en casa. A mí se me ocurre que hay tres hábitos que los padres deben enseñar a sus hijos. Deben enseñarles a leer, por desarrollar la inteligencia y la imaginació; enseñarles a manejarse en sociedad, que conozcan los distintos códigos y registros, algo que tendrán que aprender a la fuerza si esperan conseguir un empleo decente; y enseñarles a comer, que es cuestión de salud, desde qué se come hasta como y cuando. La idea es enseñarles a crear su propia calidad de vida.
Eulàlia Solé defiende uno de los grandes inventos de la humanidad, el bocadillo, que ahora se ve sustituido por pasteles de bolsa y hamburguesas artificiales. “Que el pan engorda menos y es más nutritivo que los dulces y las grasas está reconocido desde hace tiempo. Sin embargo, se cede a la inercia de surtir a los pequeños con pasteles y frituras. ¿Es posible aducir que no se tiene tiempo para otra cosa? El tiempo es nuestro y lo utilizamos en aquello que consideramos primordial. Tenemos tiempo tanto para lo que más nos gusta como para lo que creemos imprescindible. ¿Y cabe alguna duda de que el cuidado de nuestros hijos ocupa los primeros puestos entre lo urgente?”
Loa del bocadillo.