No soporto la vuelta de las vacaciones. No la soporto porque siempre hay algún tonto que viene con su síndrome posvacacional a contar que tiene algo llamado síndrome posvacacional. Mi respuesta siempre es la misma: si no te gusta lo que las vacaciones le hacen a tu estado de ánimo, no vayas. Al final todo el mundo quiere ser consolado como un niño que va a la escuela por primera vez. En fin, aquí está mi anotación anti-vacacionistas retornados de cada año.
José Luis Mateos: “En septiembre nos acecha el síndrome postvacacional a causa de la vuelta a la rutina y al trabajo, de ver la amargada faz del jefe que siempre tiene razón, de volver a encontrarnos con ese compañero que no sé por qué nos hace mobbing desde que aparecimos por allí... Pero también, y sobre todo, a causa de la frustración de no haber alcanzado a cumplir ese anhelo que el mundo exterior casi certifica. Es el abismo existente entre lo que pedimos a las vacaciones y lo que realmente nos dan. El mal de nuestro tiempo. El desfase entre expectativas y realidades. Como las teles y el márketing hablan tanto de “paraísos soñados”, pues nos los llegamos a creer.”
Síndrome posvacacional.