Ser un mito tiene estas cosas;
Petrarca no descansa en paz desde que fue enterrado en 1374. Numerosas profanaciones oficiales han removido sus huesos, se los han arrancado para estudiarlos, los han vuelto a colocar… pero ahora acaba de confirmarse que el cráneo que yace en la sepultura no es del poeta italiano. Para mí, si les digo la verdad, los huesos no son polvo enamorado, ni nada de nada, y no entiendo muy bien ese afán de la historia de localizar los cadáveres nada más que si es por un deseo turístico-recaudatorio. Pero en fin,
Fernando Acevedo reconstruye la macabra y erudita historia de la imposibilidad de los huesos de Petrarca para deshacerse tranquilos: “Con esta noticia, toda esperanza de reconstruir el rostro verdadero de Petrarca parece haberse perdido. Desde hacía tiempo que los estudiosos venían expresando serias dudas acerca de la posible semejanza entre la real fisonomía del poeta y sus representaciones iconográficas, las cuales se suponía serían despejadas en esta ocasión.”