¿Recuerdan la ley de inmigración de 1999, que no se aprobó porque, según el Gobierno, produciría un efecto llamada? Se aprobó una ley distinta, de manera unilateral, en 2000.
Javier Pérez, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla, recuerda los efectos de esa ley, no para criticar al Gobierno anterior, sino para avisar al actual: “El fracaso de la respuesta unilateral del PP al reto de la inmigración salta a la vista. El efecto llamada no ha dejado de operar a pesar de que, desaparecida la ley que lo generaba, debería haberse puesto fin al mismo. El número de inmigrantes no ha dejado de aumentar y de aumentar de manera significativa. El desfase entre lo que la norma contempla y lo que ocurre en la realidad no ha hecho más que crecer. La opacidad informativa con la que el Gobierno anterior del PP trató este tema, como tantos otros, nos impedía saber con precisión la magnitud del desfase, aunque todos intuíamos que era importante. Con la llegada del nuevo Gobierno hemos empezado a enterarnos.
Quiere decirse, pues, que tenemos en este momento que hacer frente a dos problemas en este terreno. Uno, inmediato: dar salida a la bolsa de situaciones irregulares que se han acumulado como consecuencia de aplicación por el Gobierno anterior de la propia ley que su mayoría parlamentaria había aprobado. Otro menos inmediato pero también urgente: diseñar una política inmigratoria adecuada a la magnitud del reto con el que tenemos que enfrentarnos.”
Efecto llamada, aquel error.