Resulta extraño encontrarse a estas alturas, que el criterio subjetivo de la opinión arbitral sigue siendo el decisivo para las clasificaciones de algunas especialidades deportivas y olímpicas. Y no lo digo porque cuestione el conocimiento de quienes actúan como jueces deportivos. Lo digo porque este dudoso sistema significa un quiebro y una clara desventaja comparativa entre prácticas deportivas que además favorece la rumorología de presiones y/o favoritismos políticos, y con ello está en juego la credibilidad de los resultados. Dice
Julián García Candau: “en carrera gana quien llega antes, vence quien lanza el peso más lejos o quien más salta. Los nadadores se miden por el inexorable reloj y la distancia, pero los jueces si entran en acción, pueden modificar un resultado. Sobre todo, cuando tienen en sus manos sanciones o concesión de goles. Lo que no tiene pase es lo que sucede constantemente en gimnasia”.
Los jueces, peor lacra que el dopaje. El fantasma del favoritismo político hacia estadosunidos se hizo evidente esta semana durante las competiciones de natación sincronizada, en todas sus modalidades
femenina, claro, porque aún no hay natación sincronizada masculina; al tiempo