Existe una carrera desbocada, feroz, en la que participan las multinacionales farmacéuticas, institutos de investigación públicos y privados, universidades y gobiernos: la idea es recoger muestras genéticas de todos los grupos humanos. Lo que se haga con esa información será tecnología patentada.
Silvia Ribeiro: “Los pueblos indios han estado desde hace tiempo en la mira de los cazadores de genes. Por décadas, sus plantas medicinales, semillas, insectos y los conocimientos asociados a ellos, han sido materia prima de las industrias farmacéuticas, cosméticas, agrícolas. Más recientemente, son buscados por su propia constitución genética, materia prima para descubrir variaciones genéticas particulares, que podrían dar claves para conocer la relación de los genes con enfermedades, negocio de gran potencial para las transnacionales farmacéuticas.”
Los cazadores de genes.
2004-08-23 11:45 No veo problema pero sí mucha demagogia. Creo que no se habla de patentes pero aún así, parece que Celera está en lo cierto al decir que sin tecnología poco se puede hacer con la información (no)patentada, ¿no?
2004-08-23 12:45 Las farmacéuticas dicen que sin patentes resulta imposible investigar porque no es rentable(recordemos que invierten mucho más en marketing y publicidad que en investigación). Como negocio está claro. Yo también quiero el monopolio de mi negocio, que nadie compita conmigo, que yo pueda innovar (si me apetece) tranquilo, a mi ritmo. Pero en cuanto al genoma humano, creo que el asunto tiene más perspectivas que la del negocio. Lo que está en juego es la humanidad entera. Y en ese sentido, me parece preferible que la investigación se abra al mayor número de puntos de vista posible. Porque la ciencia no es cuestión de blanco y negro, admite opiniones, dudas, polémicas, diferentes caminos y resultados (o al menos ese es el método científico que he conocido). ¿Por qué cerrar el conocimiento, en lugar de abrirlo? Además, todo ese secretismo sólo provoca recelos, supersticiones y leyes en contra de la investigación. Al final, resulta contraproducente.