Mario Diament, sobre el reconocimiento de haber informado de manera parcial sobre la guerra de Irak de algunos periódicos estadounidenses: “Uno de los panelistas contó cómo en una ocasión cuando después de un discurso del entonces presidente Ronald Reagan, su periódico publicó una lista de más de medio centenar de errores factuales en el discurso, el diario se vio inundado de cartas de lectores indignados por el hecho de que se criticara al presidente. La cuestión es fascinante porque asume que la lealtad de la prensa es primordialmente con el sentir general y no con la verdad. También expone, de paso, la circunstancia de que la prensa no cuestiona cuáles han sido los elementos que han forjado eso que se define como “el sentir general” y hasta qué punto la prensa ha sido cómplice de promover las ideas y percepciones que han hecho que la gente interpretara la realidad de una cierta manera y se configurara ese “sentir general”.”
La prensa ladra pero no muerde.