La imagen que los Medios transmiten de la
Campus Party recientemente celebrada en Valencia es la de una reunión de adolescentes enfermizos que son capaces de estar horas y horas y horas sin dormir sólo para descargarse la mayor parte posible de material ilegal y para jugar y jugar sin descanso. Yo no sé si esto es así o no, pero Candyman da unos cuantos argumentos para defender el evento: “Sirven para difundir la cultura. Mucha de la gente se estaba descargando películas y series extranjeras, en versión original, de difícil o imposible acceso en España. Anime japonés subtitulado en inglés, series clásicas de televisión americana sin subtitular, películas y música no disponibles comercialmente por estar fuera de catálogo… También había discos y películas españolas, incluso en mayor número, pero seamos razonables: ¿cuánta cultura se puede comprar por los 80 euros que valía la entrada de la Party? ¿Y cuánto dinero disponible para gastarlo en cultura tiene el visitante medio de la Campus Party? Si queremos democratizar el acceso a la cultura, tenemos que hacerla económicamente asequible para todos.”
El porno y la copia como motores del cambio social.