Vivimos en la era de la satisfacción automática: de cualquier deseo. Los mejores deseos, claro, son los que tiene la mayoría. Cuanto más grande sea la clientela de un producto o una idea, más proveedores habrá de ese producto o idea. Es una especie de normalidad (felicidad) obligatoria tan férrea como cualquier otra del pasado.
Laura Freixas: ”¡Ya era hora! Ya era hora de que los bancos se enterasen de que pasó la época de los bancos bancos, los cafés cafés y los parques parques. El nuevo principio es que todos queremos lo mismo, en todas partes y al mismo tiempo: queremos cafés, cines, hamburgueserías, cajeros automáticos, gimnasios, internet, zapaterías, parques temáticos, tiendas de ropa, quioscos, peluquerías, pizzerías y juegos infantiles. Así lo han entendido, correctamente, los centros comerciales, los multicines y también los aeropuertos, las principales ciudades de todo el mundo de Rabat a Reykjavik, pasando por Manchester y Caracas, las estaciones de esquí y los pueblos costeros.”
Contubernios.