No estoy de acuerdo con la conclusión a la que llega Adolfo Ramírez Corona en Libro vs eBook, pero sí con su planteamiento: “Los nuevos dispositivos para libros electrónicos carecen de algo tan esencial como que su fabricación no represente el tener que pagar o pedirle permiso a nadie. Ni a Microsoft ni Adobe ni nadie”.
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Su conclusión es que “El libro, como lo conocemos hasta ahora, no sólo seguirá existiendo por varios siglos más, sino que además, en tanto el dispositivo de hardware que lo sustituya no sea totalmente libre de derechos (hecho imposible bajo las condiciones del derecho internacional actual), seguirá existiendo muchos siglos más”. El mismo cisma planteaban los múltiples programas de mensajería instantánea y ya han surgido varios sistemas que los hacen compatibles. Nos guste o no, el libro tal y como lo conocemos será un objeto de museo para nuestros bisnietos, a más tardar.