Mario Vargas Llosa: “Un Estado laico no significa una sociedad atea o agnóstica, ni mucho menos un gobierno enemigo de la religión, como han insinuado algunos de los defensores recalcitrantes de la mención en la carta fundacional de la Unión Europea de las raíces cristianas de Europa. Significa simplemente que el Estado se compromete como tal a respetar todas las religiones que profesen los ciudadanos y a no identificarse con ninguna en especial, deslindando con toda precisión lo que la fórmula bíblica llamó tan bien el mundo del César y el mundo de Dios. Mientras no traten de impedir las creencias y prácticas religiosas de los demás, los ciudadanos son libres de adoptar la fe y ejercer el culto que les plazca.”
Europa laica y creyente.