Fraga ha tenido que decirle a Aznar que deje a Rajoy liderar su partido en paz. Supongo que es una cuestión neuronal: cuesta mucho desengancharse de la droga llamada poder. Parece que ese síndrome de abstinencia afecta a los ex presidentes. Con González, con Clinton, lo hemos visto.
Enric Sopena: “El mero hecho de que Fraga haya tenido que respaldar a Rajoy ya indica que el PP, tras su triple derrota en un año -
sobre todo, naturalmente, la del 14-M-, ha iniciado una travesía con turbulencias y sobresaltos indisimulables. En las antípodas, pues, de aquel PP sin fisuras -
supuestamente unido como una piña- del cual, hasta hace bien poco, se jactaban Aznar y por supuesto Rajoy. [...] ¿Desea, en el fondo, Aznar emular a aquel Fraga que, con Hernández Mancha naufragando, terminó por regresar al puente de mando de Génova 13? ¿Aspira a convertir la FAES en aquella [Fundación] Cánovas del Castillo frecuentada a finales de los años 80 por sus más fieles que le pedían a don Manuel, por favor, que volviera? Que el PP está en crisis resulta obvio. Habrá que ver, sin embargo, el alcance de la crisis. Y habrá que observar, con sumo cuidado, no sólo las palabras, sino los movimientos subterráneos de un Aznar incapaz de reconocer que su herencia es enormemente onerosa para el PP.”
Una herencia onerosa.