Yo, la verdad, he jugado poco, pero lo suficiente para saber de las pasiones que genera y la destreza que se despliega. Les dejo, pues, con una historia del futbolín: “Finisterre trabajaba en una escuela con la pedagogía anarquista de Ferrer Guardia, otro intelectual de aquella revolución. Como antaño, antes de la guerra y de los muertos y de todo lo ocurrido, el fútbol seguía siendo lo que más atraía a los niños y les permitía salir de si mismos y convertirse en jugadores importantes, en estrellas del balón. Los niños inválidos que la guerra había dejado, y los días de lluvia grises en esos años que olían a esperanzas, unieron a Finisterre con un carpintero del Monistrol para crear el primer modelo de Futbolín: los futbolistas eran de madera de Boj y la pelota de corcho aglomerado.”
El juego del futbolín, por
Miguel Esquirol.