Silvia Bleichmar: “Hasta hace algunos años, no muchos, todos fuimos dueños de la ciudad. Nos citábamos en las esquinas, nos besábamos en las plazas, caminábamos por la noche a la vuelta del cine, llevábamos a los niños al parque a tomar aire. La democracia es una cuestión también urbana. Hemos coexistido por las calles de Buenos Aires, así como lo hicimos en la escuela del Estado, los más variados pelajes de argentinos. Pero nuestra ciudad no sólo se ha tornado insegura, sino que se ha dividido en zonas de inclusión y exclusión impensables hace algunos años: las rejas en las esquinas, los muros en los supermercados, las vallas en las plazas, dando cuenta de una reterritorialización en la cual es difícil saber si los espacios que suponemos de inclusión no nos excluyen, no sólo de los lugares que ya no poseemos sino de la pertenencia a una humanidad en la cual nos sintamos parte del conjunto. Y es la pérdida de esa noción de conjunto, como país, como humanidad, la que obtura la posibilidad de identificación con el sufrimiento del otro.”
La democracia es una cuestión también urbana.