Hay muchos avisos sobra la maldad del imperio de la fama, pero en una sociedad masificada donde lo más corriente es el anonimato, es natural que exista lo que yo considero un cierto espíritu de revancha: Ya veréis quién soy yo. Y yo no tengo por qué hacer nada, simplemente con ser tal como soy, por la virtud de los derechos (sobre todo el de reconocimiento) que tiene mi persona, ya merezco un trato especial.
Ian Gibson: “Nunca ha sido tan fácil como hoy conseguir un poco de celebridad, aunque sólo sea gracias a la televisión local, y que personas a las que el nuevo famoso no conoce le saluden en la calle o en el ascensor con la excusa de haberle visto en tal o cual programa. El hecho de que así sea es otro síntoma de una sociedad en que todo tiene que ser fácil, desde el aprendizaje de los idiomas hasta sacar una buena fotografía, donde todo lo que uno quiere (o han hecho que uno quiera) se pueda conseguir en el acto con una tarjeta de crédito, y donde casi cualquier ‘deficiencia’ física es susceptible de ser modificada en el quirófano, si hay dinero suficiente.”
Fama.