“Pase lo que pase, todos los grupos, viejos y nuevos, hacen frente a la misma dificultad: la necesidad de forjar sociedades coherentes en un medio cada vez más dividido y disputado. Sin ellas, el clamor para superar los debates nacionales se lo llevará el viento y será imposible ganarse la credibilidad del público europeo. La meta debe ser el compromiso directo con el ciudadano de a pie, y esto solamente puede hacerse si cada grupo tiene una visión distintiva de lo que debe ser Europa.” Lo dice
Jacqueline Hale y tiene mucha razón. El problema es no sólo la diversidad de ideologías, con los euroescépticos como piedra opositora principal, sino la poca visión europea de la mayoría, anclados todavía en la política nacional y decididos a comerse el mejor trozo del pastel.
Compartiendo el poder en Bruselas.