Silvia Hopenhayn escribe sobre Zygmunt Bauman, un sociólogo que ha dedicado sus últimas obras al vaciamiento de una sociedad líquida como la nuestra. Esa liquidez está en la rapidez de las comunicaciones, en los movimientos de capitales en la falta de duración (solidez) de los productos culturales. “De todos modos, hay un resquicio para el intercambio, a pesar de la vertiente intelectual que ha decretado la desaparición de la sociedad. La alianza de subjetividades es una nueva forma de enlace, en la que “la confianza es la bisagra que une lo móvil (fugaz) a lo firme (y duradero)”. Y es en ese continuo donde se gesta la utopía, dado que, como concluye el autor, “hoy en día, la felicidad se asocia con la movilidad y no con un lugar”. A la contemplación de los ilustrados sucede la aceleración de los disueltos.”
Bauman y la modernidad líquida.