Robin Cook: “De manera adecuada, dado el impacto directo en nuestra sociedad, Gran Bretaña es el país del Grupo de los Ocho a cuyo cargo está la responsabilidad de encontrar una cura para la adicción a la heroína
[una economía basada en el cultivo de la amapola
] en Afganistán. Sabiamente, la Oficina del Exterior y el Departamento para el Desarrollo Internacional concluyeron que no hay una perspectiva realista para erradicar los cultivos de opio, a menos que a los campesinos se les ofrezca una alternativa viable. Estas instancias han creado un programa, a cumplirse en 10 años, para remplazar la producción de heroína, en el que se trata de equilibrar su eliminación con la promoción del desarrollo económico. Un enfoque semejante funcionó bien al otro lado de la frontera, en Pakistán, donde la inversión en nuevos caminos rurales permitió a los agricultores remplazar las amapolas por cebollas para los mercados de Islamabad.
Pero esto no fue bien aceptado por nuestros socios en Washington. Fiel a su estereotipo, la administración Bush exige una solución más punitiva y menos compleja. Robert Charles, secretario adjunto en el Departamento de Estado, reapareció de manera reciente en el Subcomité de Narcóticos del Congreso para refutar a Gran Bretaña por “volverse titubeante” y abrigar “una especie de compasión mal dirigida por alguien que tendrá que trabajar un poco más” sembrando cultivos de subsistencia. Aun bajo los estándares de la administración Bush, esto demuestra una sorprendente incomprensión por los retos que implica la supervivencia económica de un país tan pobre como Afganistán.”
La deuda de GB con el pueblo afgano.